El Brujo, Marx y el bacalao de España

«No hay cocina sin amor. No hay cocina de solitarios. No hay cocina sin sexo», aseguraba Xavier Domingo

Pocos se acuerdan de que el gran Xavier Domingo dedicó una receta de ‘huevos con vino tinto’ a Ezequiel García, el grandioso enólogo de Anguciana conocido como ‘El Brujo’ y apodado así por el propio Domingo: «Viértase en una cacerola media botella de Rioja y la misma cantidad de caldo de carne y hueso de jamón, y déjese reducir a vivo hervor hasta que quede en la mitad. Saltéense en una sartén, a fuego no muy vivo, cuatro o cinco cebollitas nuevas hasta que estén doradas y cúbranse con la reducción de vino y caldo, que vayan deshaciéndose un poco y espesando esa salsa. Añádase ahora sal y algo de pimienta blanca. Cuando esté al gusto, que ha de quedar ligero y suelto, fríanse levemente, y sin dejarlas quemar, unas rodajas de chorizo, que se añadirán a la salsa. Avívese el fuego, y cuando se inicie el hervor, introducir un par de huevos bien frescos para que se escalfen en esa salsa, con el chorizo, y tiene que quedar la clara bien blanca y la yema viva y suelta. Sírvanse en plato hondo previamente calentado. Si hay hambre, les va muy bien un acompañamiento de puré de patatas o de guisantes». Domingo sostenía en un artículo sobre Günter Grass, que había escrito un libro de cocina titulado ‘El rodaballo’, que situaba al erotismo antes que la cocina «simplemente porque era más fácil. Y porque, en realidad, hay más pudor frente a la cocina que frente al erotismo. Un pudor absurdo, vergonzante, machista. Perfectamente idiota. Todo el mundo cree saber hacer el amor y todo el mundo se ufana de no saber nada de cocina. Y, sin embargo, son dos cosas indisolublemente unidas. La cocina es algo muy importante, un privilegio que requiere atención, imaginación, memoria, mimo, cariño. Amor. No hay cocina sin amor. No hay cocina de solitarios. No hay cocina sin sexo». Era tan genial Xavier Domingo que gracias a él pudimos descubrir maravillas como que Sylvia Vaugh Thompson, esposa de Arthur Sheekman, co-guionista de la película Sopa de ganso de los hermanos Marx, publicó un libro de cocina titulado ‘Economy Gastronomy’, que incluía una receta del propio Groucho: Asado en marmita. «Se dora la carne en una marmita y luego se saca. En su grasa y jugo, se ponen dos cebollas cortadas, medio pimiento verde troceado, tres dientes de ajos aplastados, una hoja de laurel y el contenido de dos latas de conserva de tomate. Se vuelve a poner la carne y se deja al fuego lento durante cuatro horas y media. Se acompaña de croquetas de patata y guisantes». La receta le pareció un tanto extraña a Sylvia y le envió una misiva a Groucho, que le contestó que con «el tuyo ya serán 7.396 libros de cocina en el mercado. Sin embargo, estoy seguro de que el tuyo estará en la lista de los más vendidos antes de que caiga la nieve (quiero decir de que la nieve caiga enPalm Springs el cuatro de julio). No lo digo para desanimarte, sino para que seas consciente de la realidad de la vida. Ahora, si tienes que incluir la receta, se llama Pecho de Vaca y está tan lejos de un asado como Eisenhower de Lincoln. Por lo demás, el procedimiento es correcto y también el acompañamiento». Xavier Domingo también hablaba de política y de España en sus artículos gastronómicos: «El bacalao es un argumento político de primera magnitud. El bacalao es, en efecto, la única prueba tangible, concreta, real y sobre todo cotidiana, de la existencia de una unidad de España que otros quieren basar en bodorrios de reyes antiguos o en episodios bélicos dominados por la irracionalidad más vehemente. El bacalao, ese pez de tierra adentro, sanamente salado y cuyo aspecto, en estado natural, ignoramos todos los españoles, tiene su receta peculiar en cada región, en cada provincia, en cada ciudad de nuestra original razón. Esa omnipresencia y esa variedad en la forma de prepararlo son producto de viejísimos lazos comerciales internos y un respeto profundo por los gustos más o menos rústicos de los habitantes de nuestra península».