TENDENCIA ENFERMIZA

Ha dicho el jefe de Comunicación de Pedro Sánchez que los periodistas son seres «insaciables». Miguel Ángel Oliver es el actual secretario de Estado de Comunicación (en funciones, supongo) y ha soltado la ‘reflexión’ en una mesa redonda titulada ‘El papel de la ética en el periodismo’. Y ha dicho más: «¿Todas las veces tienen que ser respondidas las preguntas? Políticamente, no». Según Oliver (que fue/es periodista), los periodistas debemos reconsiderar nuestra «tendencia enfermiza» a hacer preguntas. Y es más: «No debe haber un derecho a obtener respuestas». ¿Y cuál es el mal para Oliver? Pues que «todos los periodistas que hacen información de La Moncloa son tertulianos. Son actores políticos que trabajan como periodistas». Ni Fraga se hubiera atrevido. Ardo en ardores esperando a los ultraístas de la ética periodística poniendo los puntos sobre las íes (o la voz en el cielo) ante las declaraciones de Oliver; al Gran Wyoming y, sobre todo, a Iñaki Gabilondo, maestro de periodistas, pidiendo explicaciones con la misma vehemencia que lo hicieron ante el plasma rajoyano, que palidece como un parchís ante la estrategia en funciones del actual gobierno en funciones y sus portavocías oficiales: la amonestada Celaá y el laberíntico Oliver, que también se colocó en primera persona: «Los periodistas nos estamos convirtiendo en fiscales que reconvenimos al político y le afeamos la conducta por cosas que a mí no me gustan». Olé, con ole y olé, que diría Lola Flores, a la que Dios tenga en su gloria. Oliver es el síntoma de la enfermedad del político que se cree que el periodista es ‘un mal necesario’ y que todo lo que no sea redactar notas de prensa a su dictado es «una tendencia enfermiza».