LA MENTIRA DEL BLOQUEO

Las investiduras se han convertido en el peor espejismo de la política contemporánea. Al precio que sea hay que elegir un presidente o presidenta y desbloquear la ingobernabilidad que nos acosa, tal y como suspiran los medios y los periodistas afines al presidenciable de turno. España lleva mucho tiempo sin que nadie la gobierne. Hay un presidente (ahora en funciones) y una colección de ministros que permanecen en la misma tesitura desde la moción de censura a Rajoy de junio de 2018. Se derrocó un gobierno de derechas con la suma de todos los partidos de la izquierda, la inestimable colaboración del PNV y demás nacionalistas e independentistas. Se configuró una mayoría que al día siguiente ya era inhabilitante para gobernar. Sánchez convocó elecciones cuando sus socios de moción le tiraron sus presupuestos porque sin cuentas del Estado todo es espuma. Después de unas elecciones, de dos apócrifas sesiones de investiduras, de infinidad de dimes y diretes y de toda suerte de mediocres teatrillos, el horizonte vuelve a ser desalentador  porque en el caso de conseguir un pacto (con Podemos y demás socios), la mayoría resultará tan inútil y precaria para gobernar como la que surgió hace un año para el descabezamiento de Rajoy. Es posible que Iglesias ceda, que se configure un gobierno a la portuguesa o que se pacten ministros y carteras. Dará lo mismo, el gobierno que surgirá será igualmente insostenible e incapaz y estará al albur de una sentencia judicial que se presume muy dura. Nos veremos abocados a nuevas elecciones y será imposible articular una mayoría centrada como aquella que derribó Pablo Iglesias y que lograron juntos el PSOE y Ciudadanos con 20 puntos para gobernar en 2016. Pero ya nadie se acuerda de eso, ni Sánchez ni Rivera. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja