EL PP Y EL CORNER DE LIVERPOOL
El panorama es sombrío para el Partido Popular. Se miran entre sus líderes y no se creen lo que les está sucediendo. Como a los jugadores del Barça con el córner surrealista que les madrugó el Liverpool. Imposible y absurdo. Parece un mal sueño, se dicen entre ellos, o entre los que quedan si es que se comunican más allá de Whatsapp. ¿Cómo empezamos a joderlo todo? Se preguntan cómo si no fueran capaces cada uno de ellos de sacar del bolsillo un cuaderno atiborrado de agravios e incumplimientos con sus votantes y básicamente con sus ideas. Ahora le echan la culpa a Vox o a Ciudadanos; se pelea Pablo por el liderazgo de la oposición con Rivera como un capitán de un barco que se sube al castillo de popa a contemplar el hundimiento mecido por una sonrisa de náufrago que no se la quita nadie porque es una mueca que labra arrugas como surcos en la tierra. En La Rioja, tres cuartos de lo mismo. Los que fueron y ya no están se calientan la boca con la incapacidad de los que están. Y los que están reprochan algo parecido a los que se fueron. Pedro Sanz, ahora ya desaparecido del combate, tiene mucho que ver con este cataclismo en el que se ha sumido una fuerza que hace tiempo que ha perdido sus señas de identidad porque lo que interesa de verdad es aferrarse a la tabla de salvación del cargo. Y más allá del poder apenas queda nada, ni impulso, ni ideas, ni liderazgo para sobreponerse a los malos tiempos. El bolso de Soraya en el escaño vacío de Mariano, con Mariano en el bar y Sánchez de presidente. Los sorayistas de ayer son los pablistas de hoy. Aquel aguerrido PP de Pedro Sanz se movía al estímulo de un solo corazón. ¿Era por el hombre? No, el poder es el pegamento más fiable. ¿Verdad?