Es nauseabundo lo que está haciendo la derecha española: que nadie nos espere en Colón. #videoblog #bideobloga pic.twitter.com/PnioNMtQRc
— Andoni Ortuzar (@andoniortuzar) 7 de febrero de 2019
ORTUZAR, EL ESPAÑOLÍSIMO
Resulta enternecedor contemplar a Andoni Ortuzar proclamando en su tuiter que es «nauseabundo lo que está haciendo la derecha española» con la cuestión del ‘relator’ de Pedro Sánchez y los infames y descabellados 21 puntos de Torra. Lo dice él, que es más de derechas que Fraga y más español que Blas de Lezo, con su banderita sabiniana de la ley vieja foral y de Dios por encima de todo como inevitable telón de fondo de su prosopopeya del diálogo y su chau-chau de la negociación infinita e inacabable. Ortuzar, el ‘jelkide’ mediocre y escondido tras la mesura jesuítica de Urkullu, apenas es una fotocopia decadente de Arzallus sin nadie que lo relate, sólo algún presentador de los debates de la ETB (donde fue jefe máximo, claro) y pare usted de contar. Por eso recurre al ‘tuiter’, como Rufián, pero con una calva esferoide y brillante y un cuello atragantado que le brota de la camisa como los ojos de un besugo de aquellos que se comió en esa sociedad gastronómica en la que asaba melones con Mendía y Otegui. Ahí no hablaba de los «paladines de la unidad de España». Él, paladín de esa arrogancia moral con la que navega sin mojarse nunca por las novias de los guardias civiles de Alsasua apaleados por los cachorrillos de su colega de banquete. Él, paladín de todos los agravios que llevan soportando desde que se murió Franco. Antes andaban en las gateras escondidos, o en misa, con aquel movimiento hermano que fundó Pujol en Barcelona: ‘Cristo y Cataluña’. «Le ardía en el pecho la devoción a María y el afán excursionista», que escribió Manuel Vicent. Igual que a Ortuzar, que lleva desde 1987 con el sello del PNV en el pechito inflado de sus nóminas. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja