LA CORDURA EN CUARENTENA

La cordura es definitivamente uno de los estados más precarios del hombre. Ahí está ‘Charly’ Puigdemont para demostrarlo. Fíjense, ha dicho que si el presunto francotirador de Terrasa que presuntamente quería atentar contra el presidente Sánchez lo hubiera hecho por motivos relacionados con la independencia de Cataluña sucederían tres cosas: «Que habría sido detenido delante de las cámaras de las televisiones españolas, que todos los partidos ‘unionistas’ estarían criminalizando el independentismo, y que sería acusado de terrorismo». El presidente a la fuga, que no es otra cosa que un sórdido estimulador de manos de Otegui, ha convertido su fanatismo en una retórica plagada de insensateces que mueve desde la lejanía el rumbo de una Comunidad Autónoma que lleva tanto tiempo instalada en la catástrofe que cuando la realidad caiga tras decaer los mundos de Narnia no van a existir palabras en ningún diccionario para explicar lo sucedido. Se ha creado una realidad paralela tan extraordinariamente montada desde las instituciones autonómicas y tan levemente respondida desde el Estado, que la confusión es magnifica. Como en todo. A Manuel, el presunto francotirador asesino en potencia de Pedro Sánchez, le alumbran dos vidas. Para el presidente del club donde ejercía con la escopeta apenas era un tirador bastante mediocre que podría ser calificado de «cuarta categoría»; pero los Mossos se han incautado de todo un arsenal en su casa, con fusiles de asalto incluidos. Y fue una militante de Vox la que avisó a la policía del asunto. Mientras tanto, Pilar Rahola replica que no es terrorismo lo del francotirador porque «la policía no ha encontrado urnas en su arsenal domiciliario». ¿La cordura?. Mañana... o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja