GANAMOS SEGURO

Cuando era chaval España jugó el mundial de Argentina. En mi clase cantábamos una letrilla que a veces me asalta las meninges cuando estoy aburrido: «¡Silencio en la sala que entra Kubala con una muchacha que tiene las tetas como una campana!». Pura incorrección política en estos tiempos de la posverdad pero un ripio fantástico para expresar la admiración que teníamos los niños por una selección que no ganaba un partido ni por casualidad pero que era mágica. Se comportaba como una metáfora continuada de la derrota: el gol que nunca fue de Cardeñosa, la medias de Arconada cuando se le coló el balón en el Parque de los Príncipes, el gol fantasma de Míchel, el ridículo del Mundial de España... Todo eran fracasos estrepitosos, exceptuando momentos surrealistas como la goleada a Malta o el día aquel de Butragueño en Querétaro. Pero era la selección española y daba igual perder en la primera fase o rozar el triunfo sin lograrlo como pasó en aquella Eurocopa de Francia contra las huestes de Platiní. Había un entrenador que me fascinaba: Miguel Muñoz, que siempre llevaba una gabardina tipo trinchera y que me recordaba vagamente a Walter Matthau. Decían que tenía una flor en el culo y siempre jugaba contra Irlanda. De hecho España jugaba contra Eire, Irlanda e Irlanda del Norte de forma obsesiva. Me hacía un lío tremendo porque eran dos selecciones pero yo estaba convencido de que eran tres. Hoy empieza otro mundial para España. Ojalá gane. La cosa ha comenzado genial, creo, con un entrenador recién caído y los periodistas muy enfadados con la traición de ‘Flóper’. Ganamos seguro, con Kubala en el cielo y Miguel Muñoz y su gabardina tipo trinchera regando la flor con lágrimas de Lopetegui. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja