JAMÁS SERÉ GARCÍA MONTERO

Hacia tiempo que no leía una cosa tan sectaria como el artículo de Luis García Montero titulado ‘Todos somos Ana Julia Quezada’. Ha escrito el poeta –en una más que sonrojante prosa– que «la sociedad capitalista que padecemos tiene poderosísimos medios de control y producción (sic) de seres humanos. Y su programa desquiciado invita al mal, a la avaricia, a la soledad, a la traición, al maltrato, al hambre de unos y a la ambición insaciable de otros». Y claro, como consecuencia de la maldad de nuestro mundo, Ana Julia es «la madrastra asesina, protagonista de este cuento que es el capitalismo ebrio». Y lo remata con esta reflexión: «Un niño sufre una desgracia y los medios de comunicación lanzan a todos sus profesionales para sacar tajada de la muerte buscando audiencias». Para García Montero somos malos porque somos capitalistas y es el capitalismo el que nos impulsa a matarnos, todos como borrachos y cuando alguien asesina a un niño, el pequeño, obviamente, «sufre una desgracia». Y como el hombre es malo, dice Montero que «resulta más fácil cambiar el funcionamiento de los Estados que la condición humana. Hacer posible una forma distinta de gobierno es la prioridad». O sea, el comunismo. La tierra ideal de García Montero, donde no existen ni madres asesinas, ni violaciones múltiples ni nada que no fuera concordia entre todos los hombres de buena voluntad siempre que ésta sea soviética. El poeta de la experiencia asegura que «de lo que se trata ahora es de cambiar el sistema económico». Y escribe: «¿Todos somos Gabriel? No, somos más bien Ana Julia Quezada». Yo no, señor García Montero. Yo me niego a ser Ana Julia; prefiero vivir en mi mundo capitalista y ebrio mil millones de veces antes que en el paraíso en el que nos invita a entrar. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja