Mola la idea de proclamar la República catalana en una hora (molará más cuando dure media) como recuerdo y homenaje actual y sincero al maravilloso y olvidado libro ‘Diez horas de Estat Catalá’, de Enrique de Angulo, un periodista que vivió en primera línea la fallida –y grotesca– sublevación de Esquerra Republicana contra la República Española en 1934. Ahora, con el cantautor Lluís Llach como principal mamporrero de la llamada ‘ley de transitoriedad jurídica y desconexión’ (que obliga a los funcionarios a cumplir la legalidad independentista «si no quieren ser sujetos de sanción») se puede superar con facilidad aquel vergonzoso pliegue de la historia del nacionalismo catalán. La noche del 6 al 7 de octubre de 1934 se saldó con la muerte de cuarenta y seis personas, la cárcel para unas 3.000, la suspensión de la autonomía catalana y la condena a 30 años a Companys y su gobierno por el delito de rebelión militar. Pero mucho más allá de la huida de los ‘escamots’ por las alcantarillas de la Generalitat, la idea esencial de la obra de Enrique de Angulo pivota, como asegura Jesús Laínz, en la responsabilidad de los gobiernos republicanos, tanto los de derechas como los de izquierdas, por abandonar a los catalanes que defendían España merced a su «interminable serie de claudicaciones». Enrique de Angulo falleció al ser atropellado en el centro de Madrid y escribió que «durante el Gobierno de Azaña, estuvo éste vendido constantemente a los 50 votos de la Esquerra, imprescindibles para un quorum parlamentario que le permitía disponer del poder a fuerza de concesiones humillantes. Desde el primer momento emprendió la Esquerra su campaña antiespañola». ¿Les suena? # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja