NO TENEMOS NI IDEA DE NADA

Nos estamos acostumbrando a la muerte con la misma rutina que a los partidos de liga de los domingos. Hay varias constantes que se producen casi de forma inalterable. En primer lugar un pequeño avance de noticas en las que se habla de unos disparos y quizá de una explosión. Como los terroristas suelen madrugar, a medida que avanza el día comienzan a aclararse los extremos y a multiplicarse el número de muertos y heridos. Casi siempre acierta el medio que ofrece la cifra más alta. Después, comparecen los políticos, que dicen lo mismo de siempre: «No daremos un paso atrás» (esto me alucina porque me temo que no se ha dado ni uno hacia adelante); «es un ataque al corazón de nuestra cultura»; «aprovechan nuestra grandeza para minarnos con su violencia», etc... En tuiter empieza la sucesión de ‘hastags’ tipo ‘#jessuis’; a continuación, comienzan los analistas a divagar sobre las causas últimas de los atentados, los móviles que mueven a los asesinos y las pistas que parece que van a seguir las investigaciones policiales. Pero hay más, al día siguiente se descubre que uno de los terroristas estaba fichado por la policía y que incluso había sido detenido en alguna ocasión por delitos menores.... Tres o cuatro días, una manifestación, alguna chorrada de algún populista radical como la memez del alcalde de Zaragoza –«ahora de alguna forma nos vuelve esa violencia que hemos contribuido a sembrar en el mundo»– o el esperpéntico equipo de crisis de la Generalitat capitaneado por el ‘mariscal’ Romeva. Una semana después todo se lo habrá comido el olvido. Hay varias razones. a) Nadie se atreve en Europa ni a pensar en organizar una batalla real al terrorismo en su lugar de origen. b) Como suelen ser ‘kamikazes’ nos sentimos incapacitados para defendernos porque son imposibles de controlar. c) No tenemos ni idea de nada. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja