¿ES USTED BENÍTEZ?
El otro día iba por la calle tranquilamente y me detuve en un semáforo cuando la lucecita se puso tan ‘colorá’ como tuvo que lucirle la cara a Pablo Iglesias cuando le explicaron que en Andalucía no hubo referéndum de autodeterminación en los albores de la Democracia. A Iglesias le dio lo mismo, me temo; pero yo detuve mi corpachón al borde del bordillo y un grupo de niños se arremolinó en torno a mi persona y el más ávido de pompa y circunstancia me espetó: «¿Es usted Benítez?». Y empezó a gritar: «¡Es Benítez!; ¡es Benítez!». Un segundo después el resto de su cuadrilla se lió a dar saltos gritando que el tal Benítez comía demasiados Phoskitos. Yo sonreí para mis adentros: no soy Benítez pero por lo menos no confundo un referéndum autonómico con el ‘derecho a decidir’ de una parte sobre el todo, que es lo que quiere consagrar el oportunismo ‘chavícola’ de Iglesias y Errejón para llevar al país a un callejón sin salida y dinamitar todo el marco constitucional que es la base de nuestra convivencia desde 1978. En todo caso, yo seré Benítez, pero estoy seguro de que Iglesias no es Zidane, con su ‘podemita’ clerecía de políticas oportunistas y marejadas constantes para barruntar en este trasiego de desconsuelos un país que se deshilacha entre poses absurdas, políticas tradicionales absolutamente infames y previsibles y una sociedad que asiste boquiabierta y anestesiada a la peor corrupción que existe: la del talento. Pablo Iglesias ha dicho que «dentro de cuatro años daremos mochilas en vez de carteras en el Congreso». Y no es ninguna tontería porque tal aparente simpleza lo que denota es su espíritu totalitario: «El país que quiero es el que yo diga», con ese centralismo democrático suyo tan leninista y coreado por su mediático grupo de corifeos catódicos. Iglesias no es Zidane, aunque él se lo crea. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja