A SOLAS CON BERTÍN

Una vez entrevisté a Bertín Osborne. Estábamos los dos solos, mano a mano y en un vestuario. Me impresionó lo grande que era mientras se vestía de pelotari para disputar cordialmente a Titín III un partido de pelota en el Adarraga. Mientras le preguntaba cosas (no soy capaz de recordar cuáles) me venía a la cabeza aquella canción que cantaba de una señora (a la que sin duda se estaba beneficiando) mientras le daba recuerdos su señor, perfectamente coronado –claro está– por dos impresionantes pitones. Bertín así, a pecho descubierto y en la soledad de un vestuario, la verdad es que acojona un poco porque es de esas personas que en la distancia corta se recrece y te arrastran a su orilla sea o no el viaje producto de un naufragio. A Bertín, al que no sigo en la tele ni en sus discos ni en cualquiera de sus andanzas, le tengo cierto cariño tanto por aquel recuerdo del vestuario como por la cornamenta del pobre señor de la balada romántica. Pero me acabo de enterar de que a Jon Sistiaga no le cae bien Bertín y mucho menos que la tele pública le haya concedido un programa de entrevistas para hablar de «toreros, tonadilleras y antiguos cracks de la televisión». Puede parecer que el enfado del reportero Jon se deba a celos profesionales. Me da que no, que es una cuestión de clases, que el gran Jon cree que la tele pública tiene que estar a la altura de periodistas como él, no de cantantes románticos perfectamente previsibles como Bertín, al que ya no le hace falta ni apellidarse Osborne ni beneficiarse a la mujer de nadie para arrasar en los shares. A Jon le pasa como a mí, no ha visto el programa, como él mismo ha reconocido, con la salvedad de que él es un extraordinario reportero y yo apenas soy capaz de juntar varias vocales con alguna consonante. Es cuestión de egos y a eso, estimado Jon, creo que Bertín te da mil vueltas. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja