LLEGA EL MOMENTO DE CUCA GAMARRA
La primera vez en mi vida que hablé de tú a tú con un político en activo expresándole lo que sentía fue con Tomás Santos cuando era alcalde de Logroño, sin micrófonos, sin papeles. Noté en Tomás algo extraordinariamente raro: preguntaba, indagaba y escuchaba como nadie, quería saber, se afanaba por ponerse en lugar del otro. Creo que fue un gran alcalde y todo un señor de los pies a la cabeza. La resaca del ‘zapaterismo’ y el caos de su alianza con el PR se lo llevaron de un Ayuntamiento al que llegó triunfante Cuca Gamarra con un histórico 48,54% de los votos, una auténtica barbaridad que ofrecían a la joven alcaldesa la oportunidad de dotarse de una personalidad propia y desmentir «por siempre jamás», como reza el Voto de San Bernabé, que era mucho más que una pieza del Palacete puesta al frente del Ayuntamiento para gobernar la ciudad con el mismo tono monocorde que el resto de la región. Los corrillos de periodistas y opinadores mantenían esa tesis ‘sanzista’ en el trasfondo de Cuca y aseguraban que determinados concejales iban de Vara de Rey a Avenida de la Paz para controlar que todo permaneciera anclado al modelo imperante. En las últimas elecciones Cuca Gamarra y su equipo han perdido la mayoría absoluta, seis concejales y casi 10.000 votos. ¿Lo ha hecho tan mal Cuca? Creo que no, que ha sido víctima de dos fenómenos: del desplome generalizado del PP en todo el país (obvio) y de algo más complejo de explicar: resulta casi imposible distinguir su voz de la de Pedro Sanz a pesar de la abismal diferencia generacional entre ambos. Tomás Santos se sabía derrotado en aquellas elecciones; Cuca mascullaba en éstas que iba a bajar pero no esperaba dicho correctivo. Ahora tiene su gran oportunidad, la de liderar Logroño desde el diálogo con su voz genuina. Es su gran reto. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja