LA MINISTRA COBARDE

Como el 99,99 por ciento de los ciudadanos no tengo la menor idea de lo que es el ébola, cómo tratarlo y si los procedimientos utilizados con los religiosos repatriados a España fueron los apropiados o no; si fueron una chapuza o un ejemplo de que un país no puede dar la espalda a un compatriota cuando agoniza tan lejos de su casa. La verdad es que no puedo entrar en el fondo de esta cuestión porque carezco de datos para hacerme una composición de lugar mínimamente coherente. Sin embargo, todo el mundo opina y en España ahora salen virólogos debajo de cualquier tertulia como miles de especialistas destaparon sus conocimientos marítimos con el tema del Prestige y el rumbo que el terrible petrolero debía haber tomado aquel infausto día. De lo único que estoy seguro es que Ana Mato no puede ser ministra de nada a estas alturas de la película porque su piel es tan débil y delicada que no tiene la más mínima credibilidad para comparecer en una rueda de prensa (o lo que sea) y tratar de convencer a nadie de nada. Daba grima verla en un telediario hablando por lo bajini con un consejero de la Comunidad de Madrid sobre las diferentes estrategias que emple para no contestar a los periodistas colocando por delante a modo de parapeto a una subsecretaria para llevarse los palos mientras ella, a su lado, cerraba la boca y parecía repasar un sinfín de dictámenes sobre vaya usted a saber qué asunto. Los políticos han de dar respuestas y sobre Ana Mato sólo sobrevuelan interrogaciones. A veces pregunto a dónde pretende llegar Mariano Rajoy con una ministra así en un Gobierno que necesita por todos los medios identificarse con esa gran parte de su electorado que se siente defraudada. Lo peor de Ana Mato no es su incompetencia, es su cobardía. Pero a Rajoy no le importa lo más mínimo. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja