LEONARDO Y LA ESTELADA
Que Leonardo da Vinci pudo ser un hijo perdido de la casa real catalana estoy seguro de que ni usted ni yo lo podíamos ni imaginar. Es más, ni por lo más remoto podía llegar a sospechar a estas alturas de mi vida que Cataluña hubiera tenido otra casa real que la de la Corona de Aragón. Sin embargo, últimamente se ha puesto de moda el revisionismo histórico y todo vale para crear desde el puro mito inventado a golpe de subvención (qué no falte la pólvora del Rey, ¡pardiez!) una historia de nueva planta a la que fijar la cubanoide estelada. Veamos, un tal Jordi Bilbeny, creador de la pomposamente bautizada Fundación de Estudios Históricos de Cataluña, y amasador de teorías tan delirantes como que Cervantes escribió en catalán El Quijote (traducido después al castellano por obligación del Rey y por la pluma de un censor), o que Santa Teresa no era de Ávila, más bien de Pedralbes, acaba de salir a la palestra reivindicando que el autor de la Gioconda estaba emparentado con tan singular dinastía y que «pintaba unos cuadros con unas montañas que se parecen mucho a las de Montserrat» (Ahora todo me cuadra). Es más, este individuo asegura que no podíamos saber toda esta información porque «diversos aspectos de su biografía son fruto de la tergiversación premeditada de los censores de Estado». No es broma, el señor Bilbeny también afirma que Cristóbal Colón nació en Cataluña y partió de Pals (Gerona) con la Pinta, la Niña y la Santa María. La pregunta es si el tal Bilbeny toma alucinógenos de forma compulsiva o le basta con ver TV3 o seguir en Twitter a Salvador Cardús, decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona, que dijo que «la corrupción en Cataluña es una consecuencia de su españolización en las últimas décadas». Y se quedó tan ancho, como Pujol en Andorra. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.