CONTRA UNA NUEVA II REPÚBLICA
Soy republicano hasta las trancas pero no quiero ni por asomo ahora la República en España. Y diré mis razones. En primer lugar, no creo que éste sea el momento más oportuno para cambiar el modelo de Estado; es más, estoy convencido de que es el peor. La situación económica y social es tan delicada que emprender aventuras de este tipo no haría otra cosa que ahondar en la crisis y en la inestabilidad. Ahora toca trabajar, innovar y crear empleo. En segundo lugar, digo que soy republicano pero en absoluto defensor de la II República, que es a la que obsesivamente se refiere nuestra atribulada izquierda cuando propone un cambio en el modelo de la jefatura del Estado. La II República fue un desastre entre otras razones porque no nació fruto del consenso y porque tanto las derechas como las izquierdas la traicionaron vilmente: el PSOE asesinó a la II República en octubre de 1934 en Asturias, porque era un partido leninista y quería una España revolucionaria y bolchevique. Los nacionalistas vascos y catalanes conspiraron contra ella desde que nació; los primeros por católicos y por no haberse sentado en el Pacto de San Sebastián, y los segundos porque quisieron imponer un Estat Catalá a toda costa, aunque gran parte de la burguesía nacionalista se escapó en 1936 a Burgos al calor de la levita del general Franco y los militares rebeldes. Como escribió el genial Julio Camba, la II República fue el fenómeno más desmoralizador que se ha producido en la historia de España: «La República nos quitó la ilusión por la República». En tercer lugar, tenemos una Constitución aprobada por una mayoría aplastante de ciudadanos que ha legitimado la actual Monarquía. Es decir, que esa dicotomía de la que habla la izquierda entre Monarquía o Democracia es una absoluta memez llena de oportunismo. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja