RECETAS Y TALENTO
Complicar una receta es la mejor forma de disfrazar la falta de talento, dijo Michel Bras, precisamente uno de los cocineros más talentosos de Francia. La verdad es que llevo mucho tiempo dándole vueltas a esta afirmación y existen ocasiones en las que la frase me parece muy acertada y otras en las que no tanto. De hecho, la mayor parte de las veces creo que eso que se denomina complicación (con ese tonillo despectivo) es investigación, prueba y error, búsqueda, desafío. En ocasiones, es cierto que la complicación es un error en sí misma porque existen composiciones inmejorables, recetas estancas que están bien como están, absolutamente perfectas, hasta que quizás llega un tipo iluminado o un virtuoso de la creación, o Ferrán Adrià, y se atreve a deconstruir una tortilla de patata no para cargársela por falta de talento sino porque la búsqueda de un creador no tiene porqué tener más límites que los que ofrece su imaginación y su ansia innovadora. Por todo esto sigo sin entender muy bien qué significa el aserto de Bras, aunque hay ocasiones en las que he visto a esforzados cocineros emperifollar tanto un plato hasta dejarlo tan irreconocible como imposible de poderle hincar el diente. Por eso creo que hay casos y ocasiones en las que todos disfrazamos nuestra mediocridad (me imagino que hasta Bras tendrá sus días regularcillos) con teoremas y estratagemas para aparentar lo que no se tiene o lo que no se es. Fíjense, hay días en los que pienso que hasta a los periodistas nos pasan esas mismas cosas y no nos queda más remedio que complicar nuestras recetas, oiga. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.