PEDRO SANZ, SIN ALTERNATIVA
Pedro Sanz decía el martes en una entrevista en este periódico que piensa que le queda menos tiempo en la presidencia del Gobierno de La Rioja que lo que lleva en el Palacete, que es algo así como 18 años. Obviamente, parece imposible que Sanz repita otras cinco legislaturas pero por sus declaraciones quizás piense cumplir dos o tres más al frente del Ejecutivo riojano. ¿Quién sabe? Y es que uno mira a su alrededor y el espacio fuera del PP parece una especie de yermo agostado donde los partidos clásicos de la oposición dirimen su mediocridad y su falta real de propuestas con absurdas luchas intestinas camino de ninguna parte, asesinándose una y otra vez con la misma y anodina salmodia. Mientras tanto, el partido del poder se balancea como una balsa de aceite en el que el rodillo ‘sancista’ hace imposible cualquier disidencia, aunque muchos dirigentes mascullen a los más cercanos y ojo, siempre en la intimidad y a salvo de cualquier indiscreción, todo lo que les separa de ese ‘rajoyismo’ en el que nadie cree pero al que asumen –con Sanz a la cabeza– como la única vía de supervivencia posible. Pedro Sanz ahora es abuelo y dice que sueña con más tiempo para su nieta, aunque a la vez reconoce que no es «dueño» de sí mismo. Sin embargo, tengo la sensación de que una Democracia realmente madura es capaz de realizar los relevos con mayor naturalidad que en España, donde todos los políticos sin excepción se aferran al cargo una y otra vez y dicen anteponer su sentido del deber a cualquier interés personal. No tengo razones para dudar que en el caso de Sanz sea así, pero la sensación que se ofrece a la opinión pública es que los liderazgos de los partidos atienden mucho más a intereses personales que a verdaderos proyectos políticos. Por eso nadie en el PP de La Rioja se atrevería a proponer una candidatura alternativa. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja