Mariano
Rajoy acude hoy al Parlamento se supone que para explicar lo que parece
inexplicable. La verdad es que si sólo el uno por ciento de lo que dice
Bárcenas fuera verdad es como para salir corriendo, para romper el
carnet de PP los que lo tengan y para llorar infinitamente por la
lamentable catadura moral de nuestros políticos. El modelo es pésimo
porque se ha demostrado hasta la saciedad que para financiar las
susodichas máquinas electorales no queda más remedio que acudir a la
ilegalidad presupuestaria. Pero al tocar el dinero a muchos se les va la
mano y se pasa del cambio de favores a hacer de las prebendas
institucionales el mecanismo perfecto para que la corrupción engrase los
engranajes más sucios del poder. Parece mentira que en Andalucía no
haya saltado ninguna alarma en una corrupción que ha provocado un saqueo
institucional que puede rondar los mil millones de euros. ¿Se imaginan
dicha cantidad expresada en pesetas? Yo no. Me siento incapaz de pensar
semejantes cifras en un momento en el que la sociedad española vive
estrangulada por las consecuencias de una crisis a la que nos llevó de
cabeza este modelo dirigido por una clase política nacida de la
adulación. Los partidos no rezuman precisamente lo mejor de la sociedad.
Me temo que todo lo contrario. Es triste ver cada día criaturas de los
aparatos crecer y crecer en esa especie de mundo paralelo donde se
vierten los favores no al mejor ni al más capacitado, sino al más
obediente o al que con más habilidad ha crecido en esa olla podrida del
interior de cada una de las organizaciones. Bárcenas es un delincuente
que hasta hace unos meses ocupaba un despacho en la zona noble de
Génova. ¿Nadie se daba cuenta de lo que hacía? No me lo creo, por mucho
que quiera no me lo puedo creer. ¿Y ustedes? # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja