Cocinar, sentir y crear
A veces me pregunto qué es la cocina y las razones por la que la gastronomía se ha convertido en un fiel indicador de nuestra forma de ser y de interpretar la realidad. La cocina tiene diferentes planos: desde el mero hecho de comer para sobrevivir, comer para ser felices o comer para saciar nuestro apetito voraz, hasta cocinar descubriendo un paisaje o interpretando la realidad que nos rodea. Todo es lícito, desde el materialismo más utilitarista hasta esa especie de búsqueda personal que persiguen cocineros como Andoni Luis Aduriz, donde cada receta es una especie de desafío que se plantea el chef para dejarnos sobre la mesa una profunda interrogación en la que se cuestiona cada parte de nuestra memoria sensorial y sentimental. Me encanta disfrutar de un buen guisado, de unas pochas y hasta de un bocata de chorico impregnado de nocilla; pero hay algo más, mucho más, que tiene que ver con el plano emocional, con la inquietud generadora de sensaciones que a la postre se convierten en ese espacio que ha hecho de la cocina en sí y de sus manifestaciones más contemporáneas un impresionante marco para la creatividad y la innovación. No me gustan los análisis facilones ni la simplicidad a la hora de tratar a las vanguardias. Es más, en ello veo un profundo desconocimiento y una especie impostura marcada por la subjetividad que tienen los que creen saberlo todo sobre casi todo. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja