EL DISLATE AUTONÓMICO
El sistema autonómico español –incomparable en el mundo con cualquier otro modelo de descentralización– es insostenible. En los años de las vacas gordas (alguno de ellos coincidente con aquellas temibles reses locas) se multiplicó exponencialmente su coste hasta llegar a una cima de gasto tan brutal que sólo el engranaje económico que necesita para abrir la persiana cada día se come sin dejar apenas sobras cualquier atisbo de presupuesto racional. La crisis ha puesto en evidencia que la multiplicación en España de los diversos estados territoriales ha tenido efectos perniciosos a pesar de aquella idea buenista de que acercar la administración a los administrados redundaría en la calidad de vida de los ciudadanos. El último informe de Desarrollo humano y pobreza en España, elaborado por la Fundación Bancaja no deja lugar a dudas: la brecha de pobreza entre las regiones se ha duplicado desde 2008. Es decir, que este Estado transversal en el que se ha multiplicado la burocracia no ha servido para lograr esa cohesión social necesaria para que un país pueda mirarse a la cara. Todo va al revés en ese sentido ya que ninguno de los dos partidos hegemónicos tiene la más mínima intención de meter la tijera en unas administraciones tan pesadas e infladas que lastran cualquier intento de crecimiento de la economía real. Algunos barones, entre ellos Pedro Sanz, no están nada contentos con esa idea de Rajoy de permitir déficits a conveniencia de alguna comunidad, especialmente de Cataluña, que además de buscar la secesión conviene recordar que está en bancarrota. Los funcionarios de la Generalitat saben que sólo si se mete pasta desde Madrid podrán cobrar su nómina. ¿Hay alguien capaz de aguantar mucho más tiempo este dislate? Sí: su nombre es Mariano y se apellida Rajoy. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.