LÁSTIMA DE ESPAÑA

El fútbol me confunde con la marabunta de copas que se juegan. No sé cuántas finales se han disputado en los últimos días ni la cantidad de equipos de Logroño que se apellidan logroñés. La verdad es que ni lo sé ni me importa mucho. Sin embargo, el viernes sentí lástima de mi país cuando en la final de la Copa la noticia más cacareada no era quién de los dos contendientes en liza iba a ganar. No, aquello era secundario, lo mollar estribaba en la pitada al himno o en la mofa del príncipe. Yo no creo en himnos (es más, siempre he pensado que el himno debería ser Suspiros de España), ni en banderas ni en monarcas. Pero la realidad es que en el Vicente Calderón lo que se pitaba era a España, algo que está muy por encima de su bandera y de sus altos dignatarios, sean príncipes, reyes o presidentes de gobierno. Se pita el modelo de convivencia porque mucho más allá de la crisis, el país está en almoneda por lo absolutamente perverso de su organización territorial. El País Vasco y Cataluña hace tiempo que se han puesto en el camino de la secesión utilizando el Estado Autonómico para torpedearlo desde sus propias instituciones. Pitaban la bandera rojigualda de la misma forma que lo hubieran hecho con la tricolor si España fuera una república, pitaban al príncipe de la misma manera que lo hubieran hecho con el presidente de la república. La crisis de España es económica, sin duda, pero no conviene olvidar que la cuenta atrás para la secesión corre desde hace tiempo, y la igualdad entre ciudadanos –sean de la región que sean– hace tiempo que es una utopía porque hemos consagrado la diferencia, el privilegio y la mamandurria. Lo peor de todo es que me temo que ya no hay marcha atrás. # Publicado en Diario La Rioja