Garzón y los mendrugos
La certeza es que existen dos mundos. Y están en éste. Cuando salió el ministro Garzón antes de ayer y dijo que tenía la sensación de que se habían reducido las apuestas deportivas porque no había «este tipo de eventos» confirmó el peor de mis temores. ¿En qué mundo viven algunos de nuestros políticos? Esta afirmación no era de un concursante que trataba de ligarse a una moza en ‘First dates’, no. Era todo un ministro en una rueda de prensa en mitad del marasmo de una de las crisis más terribles que vive la humanidad quizás desde la II Guerra Mundial. Dos mundos, decía: el de bastantes de nuestros políticos (no todos, puesto que hay gente de diversos colores que está dando la talla de una manera extraordinaria) y el de una sociedad que lleva más de un mes confinada en sus casas con todos los miedos a flor de piel y a la espera de un futuro que cada día asoma más negro en el horizonte. Pero existen casos realmente dolorosos por patéticos. Los nefastos personajes de Bildu, el impresentable Rufián, los Torra y su estela de mendrugos en el punto cúspide de la pirámide. Especialmente doloroso me pareció la actitud de Antón Sánchez, portavoz del grupo afín a Podemos en el Parlamento de Galicia, que le cuestionó a Feijoó la cesión de material sanitario a la Comunidad de Madrid. «¿Qué concepción de país tenemos?», se preguntó retóricamente el presidente de la Xunta. Ojalá que una de las lecciones que aprendamos de esta gran conmoción es situar en los puestos de relevancia políticos que primen el bien común y no sus bastardos intereses tribales.