PEREZA Y ESTUPOR

Pereza. Ésta es la sensación que tengo de cara a las nuevas Elecciones Generales que tenemos los españoles el domingo. Otra vez la marmota, el recuento, el conteo, las declaraciones, los canutazos de los periodistas, las inevitables valoraciones de los líderes, la rutina infinita de esta Democracia congelada en sí misma como un polo adherido al palo. Y siento estupor ante la estrategia suicida de Pedro Sánchez, al que se le han acabado las probaturas y los experimentos con gaseosa con su retahíla monocorde de que hay que investir por sistema al partido más votado. ¿Por qué sí ahora y no antes? En un sistema parlamentario las mayorías son líquidas y el ciudadano Sánchez para el derribo de Rajoy contó con unos apoyos que él sabía que eran suicidas para cualquier estrategia de gobierno. Logró la Moncloa, donde sigue, pero se ha mostrado incapaz una y otra vez de articular una mayoría estable para aprobar unos presupuestos generales del Estado. Convocó elecciones y volvió a demostrar su incapacidad para generar un gobierno a medida de sus necesidades a pesar de los meses en blanco y las diatribas absurdas con Pablo Iglesias. Y ahí vamos a seguir si el domingo no sucede algo extraordinario y cambia el panorama de forma radical. ¿Queda alguien en el PSOE más allá del suicidio deletreado de Pedro Sánchez? Y Cataluña y su insumisión al fondo, y Vox, el mejor asidero de la izquierda desesperada para resucitar viejos fantasmas dictatoriales y las alertas fascistas de la movilización con pecho henchido. Pereza y estupor. Y la crisis que se asoma en lontananza, sin gobierno y sin esperanzas de algo que se le parezca llegue en un tiempo razonable.