POÉTICA, FÍSICA Y BACTERIAS
No entiendo absolutamente nada de física pero siempre he creído en su poética porque adivino que en la relación de los cuerpos de la naturaleza entre sí funciona un misterio insondable, algo que siempre se escapará al puro conocimiento a pesar de que el hombre sea capaz en cada generación de científicos de descifrar con mayor nitidez el asombro de las fuerzas originales del universo. Pero irremediablemente quedará algo al albur, relaciones casi intangibles que se irán descubriendo que existen pero que nadie sabe ni cómo, ni dónde ni por qué. Al fondo siempre estará la tremenda e irresoluble pregunta del punto de partida original. ¿How deep is te ocean?, que cantaba Billie Holiday... Leo que tres científicos chinos andan empeñados en redefinir la constante de gravitación universal postulada por Newton en 1686 y casi descrita a la perfección por Henry Cavendish en un alucinante experimento en 1798, exactamente el mismo año en el que Jon Dalton descubrió las causas por las que muchos individuos confundimos los colores. Henry Cavendish se empeñó en averiguar la densidad del planeta Tierra y lo hizo en soledad y en el sótano de su casa con varias esferas de plomo, un juego espejos y una varilla. Llegó a la conclusión de que la densidad media de la Tierra era 5,48 veces mayor que la del agua. Ahora los chinos han llegado prácticamente a la misma meta, pero no exacta. «El verdadero valor de G sigue siendo desconocido», admite el científico Luo Jun. «La fuerza gravitacional equivale al peso de un puñado de bacterias», explica. Y semejante miseria es la que impide que la tierra vague por el espacio como un meteorito muerto. ¿Somos o no somos daltónicos?