SI SERIESE

Si Seriese no me deja conciliar el sueño: una ciudad imaginaria que se asoma a un mundo irreal para convertir la extravagancia en una atmósfera surrealista y nítida. A veces cuando paseo por el Logroño del extrarradio y veo a cada cual compitiendo consigo mismo, abjuro del orden cartesiano de las ciudades actuales -tan cuadriculadas en sus ensanches- que las calles, amplias y diáfanas como las de la fracasada Brasilia, sirven exactamente para lo contrario que pensaron sus sesudos ideólogos. Hay tanto espacio que el personal parece ahuyentado y refractario los unos de los otros. Es como un desierto verde de jardines, parques, plataneros y bancos. Un erial de salpicado con esas papeleras absurdas que no son capaces de sujetar ni su propia bolsa contenedora de detritus y que siempre andan con su horrible y fétida melena de plástico al viento. En 'Si Seriese' Logroño se vive al borde un cataclismo con la ingenuidad de contemplar una estupenda máquina de vapor atravesando el Puente de Piedra y la gente tan ricamente caminando a su lado. ¿Qué tiene más peligro, la humarada de la locomotora o el carril-bici vacío surcado apenas por un 'runner' con cascos escuchando a Beyoncé? Echo de menos aquellos años de Sofía Loren en el Soldado de Tudelilla con Jacinta y Manolo; ahora no queda más remedio que espantar las despedidas a gritos. En el concurso de guapas de Santa Daría las principales bellezas de cada comarca esperaban el veredicto de un cura. Los clérigos siguen dominando lo que hemos de pensar; antes lo hacían con el libro de las horas; ahora se han leído el Capital. Igual de clérigos, con la misma carga de moral que siempre le corroe por donde supura la libertad. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja