ESTELADAS ADOLESCENTES

Minutos antes de tomar el tren para abandonar ayer la penúltima Barcelona de los Rolling Stones, nos desayunamos en una de sus populosas plazas arremolinadas de cafeterías, viandantes y lectores de periódicos en una mañana templada y resacosa de Mick Jagger sin cantar Angy, atentado imperdonable de la banda a sus miles de fans. Café con leche, zumo de naranja y esteladas por doquier a lomos de grupos de adolescentes que habían quedado para la mani y después para la concentración, o al revés, que nunca se sabe cómo son los nuevos fenómenos revolucionarios y la suerte de mecanismos que operan en los mensajes que se deslizan del guasap al aula y viceversa, pasando descaradamente por el claustro de profesores adoctrinadores del ‘process’. Chicas y chicos de apenas 15 años con las caras pintarrajeadas, señeras con estrella cubana y carteles en los que se comparaba la dictadura de Franco con las libertades contemporáneas. La consigna estaba clara: ¡Queremos democracia!, ¡queremos votar! (Eso sí, ninguno de ellos llegaba ni por asomo a la edad mínima legal). No había odio, sólo risas, bolsas de gominolas, olor a María barata y a phoskitos, pantalones cortos ellas, camisetas con un sí gigantesco y ganas de ser libres en un país que los oprime hasta límites insoportables. Son niños pero tienen perfectamente claras las cuatro verdades que les han enseñado en el cole y en la matraca de TV3. Nadie se plantea nada; hay que votar porque es un derecho humano fundamental y en España sólo se entiende la política por la vía del ordeno y mando militar de Rajoy (el gran fascista) y el Rey, al que creen hijo de Franco. La ciudad a su lado vivía en un silencio rutinario y mustio que aguardaba con inquietud los acontecimientos que están a punto de precipitarse. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja