A fuerza de sandeces la gente de Podemos va a conseguir que me convierta en monárquico, no por convencimiento sino por comparación; no como estrategia política sino por puro descarte ante lo que se presume como alternativa. Alberto Garzón escribió ayer en su Twitter que «nos visita un extraño a las votaciones, el ciudadano Felipe de Borbón», y como muchos de sus conmilitones, se presentó en el Congreso de los Diputados con una escarapela republicana. Y es precisamente eso lo que no entiende ni quiere entender buena parte de esta izquierda republicana de la II República que utiliza su afán propagandístico para desvirtuar una de las esencias consagradas por la Constitución Española, votada por la inmensa mayoría de los ciudadanos y en la que democráticamente se instauró en España una Monarquía Constitucional, es decir, una Jefatura del Estado legítima, democrática y sancionada por el voto del Pueblo Español. Decir que «nos visita un extraño a las votaciones», además de ser una especie de aberración lingüística supone una falsedad absoluta, un ejercicio de demagogia que sólo aspira a colocar su pensamiento y opinión por encima del resto. Gracias a la Constitución y al esfuerzo de la Monarquía para salir de la Dictadura con un régimen de consenso, se ha logrado transformar a España en una Democracia europea tras siglos de ostracismo: todos los españoles tenemos derecho a opinar libremente sobre lo que se desee, a opinar sin miedo a que no nos descerrajen un tiro en la cabeza y nos dejen en una cuneta tirados, cosa que sucedía en la II República y en la Dictadura de la que nos salvó esa Constitución que tanto desprecian. Es fácil la impostura, es el camino sin regreso, es una vuelta atrás en la historia. Estas sandeces lo que me recuerdan es a los espadones del XIX que entraban a caballo en el Congreso. Por eso, como republicano grito bien alto: ¡Viva el Rey! # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja