RAJOY ES LA OMISIÓN

Valle Inclán describió en su esperpento a España como una deformación grotesca de Occidente. Pero la realidad es que los acontecimientos bufos y absurdos que nos acompañan cada día superan de largo aquella visión variopinta y estrambótica de Valle para llegar a cotas insuperables, surrealistas y crueles como que el nieto de Franco (llamado Francis Franco) esté acusado de huir a gran velocidad de la Guardia Civil por pistas forestales y carreteras secundarias y embestir después con su todoterreno a un coche patrulla y darse a la fuga. Franco atentando contra el Benemérito cuerpo y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz envuelto en un vidrioso asunto de espionaje con el CNI sobre Oriol Junqueras. Las cloacas del Estado destilando hedor en cantidades industriales unos días antes de uno de los comicios más importantes y complejos de la historia de la Democracia española, ya no tan joven, pero vilmente pisoteada una y otra vez por los que han jurado honrarla y defenderla. Pero como estamos en España, todo puede ponerse mucho peor, ya que Rajoy dice que se enteró ayer pero que tomará medidas mañana, la misma frontera temporal en la que parece haberse instalado desde que llegó a la Moncloa. Para Mariano el mañana es un día que nunca llega mientras el país va descosiéndose a sus pies entre la negligencia de unos y la cara arrobada de todos los que dependen nominalmente del despacho más noble de la sede de Génova. Por acción y especialmente por omisión; Rajoy es la omisión, la hipérbole del ‘dontancredismo’ convertido en un raro fenómeno nihilista en el que se niega la acción, el hecho mismo del gobierno para adaptarse con piel de cordero a una situación casi imposible de describir aunque se refleje en los espejos cóncavos y convexos del Callejón del Gato. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja