EL DIABLO SE HIZO FRAILE
Es posible que no sepa de mí mismo nada más allá de lo meramente innecesario. Siempre hay como un temor a lo que nos pueda suceder a pesar de que no sepamos nunca ni el cuándo ni el cómo ni lo que nos va a costar. Es como si el diablo, harto de carne, decidiera hacerse fraile; algo muy similar a lo que ha tramado Pablo Iglesias, que ha abandonado a Lenin por Kerenesky siendo a la vez Trosky y Ramón Mercader, moderado y radical, alfonsista de ‘Alfon’ y bodalista de ‘Bódalo’. Se ve presidente y sabe que el camino hacia la Moncloa pasa por la apariencia de moderación, por convertir su coleta morada en neoclásica voluta cincelada en aglomerado y contrachapado de Ikea. Iglesias susurrándole a Pedro Sánchez es algo así como contraponer la depravación de los sentidos a la imagen del temor a Dios. Por lo bajini le decía Pablo a Pedro lo que tenía que hacer, en un silencio esfumado de catedral gótica. Mientras tanto Pedro seguía en su ofuscado e inverosímil relato de alternativa a un Rajoy que pasaba las horas jugando su partida de mus en un casino de Pontevedra, conversando sobre las meigas, la bolsa y el partido de mañana como un personaje del bosque animado de Wenceslao Fernández Flores. Y cómo le temblaban las piernas a Mariano con los papeles de Bárcenas que le llevó convertidos en ‘santa forma’ de cartón pluma un Albert Rivera que parecía sacado de la televisión búlgara, estallando los focos y con tres cariátides que apenas preguntaban en una sucesión de monólogos de extravagante asiento. Todo estaba estudiado, los asesores áulicos revoloteaban cada candidato en órbitas concéntricas; Campo Vidal orbitaba a los candidatos, a los asesores y a las cariátides moderadoras. Todo el panorama emboscado en una espesa atmósfera, en una neblina de humo de tabaco sin cigarrillos, en una especie de nocturnidad sin talento. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja