MORANTE DE LAS GALAXIAS

En esas diatribas que les contaba la semana pasada sobre la urgencia de las cosas inútiles me dejé de decir (entre otras muchas ideas absurdas inexorablemente prescindibles) que no existe nada más superfluo que un columnista divagando sobre cualquier memez, especialmente el ‘arribafirmante’ el mismo día en el que se ha enterado de que la República Popular China ha construido –en tiempo récord y con una cantidad ingente de millones de yenes– un mega telescopio para buscar hombrecillos verdes en galaxias lejanas. Dicen los teletipos que han desalojado a más de nueve mil vecinos de la remota provincia suroccidental de Guizhou para construir este fabuloso ingenio, bautizado como FAST, y que estará dotado de un gran plato de recepción de 500 metros especializado en captar señales de radio emitidas a millones de años luz de la Tierra. Es decir, que como un ‘orodrón’ o un ‘tiflanoplako’ ose descolgar el teléfono en las chimbambas espaciales, al momento un radioescucha chino se hará eco en Guizhou de la hora a la que quedan entre los alienígenas para ir a la peluquería. Está muy bien eso del cariño que decía Kiko Veneno, y más si nos va a servir para hermanar al pueblo chino con los muy admirados ciudadanos de la Galaxia de Barnard, que es muy bonita y que siempre me ha llamado la atención por lo similar en estructura y composición que es a la Pequeña Nube de Magallanes. Se imaginan yendo los fines de semana al Telescopio Espacial Hubble y quedar allí, gracias a los chinos y a sus yenes, con un ‘orodrón’ o un ‘tiflanoplako’ de la Enana de Acuario y explicarles que Morante no va a torear en San Isidro por la pendiente del ruedo de Las Ventas. Es sublime la belleza cuando no sirve para nada, cuando sólo se explica por ella misma sin justificar ninguna teoría absurda de la relación del hombre con la razón. ¿Me siguen? # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja