SORAYA Y LA FALSA MONEDA
Existe algo en Soraya Sáenz de Santamaría que me confunde (y estremece) pero no sabría explicar exactamente qué es. He pensado que quizás sea esa forma que ha tenido de estar presente al lado de Mariano toda esta legislatura como si apenas estuviera, parapetada en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, pero moviendo casi todos los hilos de las diferentes políticas populares en el Congreso y especialmente con ese control de los medios que le ha llevado a decapitar periodistas y lograr tejer diferentes redes de intereses difusamente cristalinos especialmente en el mundo de las televisiones y diferentes entramados mediáticos. El pasado lunes, en el anunciado por ‘Atresmedia’ como la madre de todos los debates, Soraya fue aniquilando a sus oponentes con un talento ancestral y una superioridad insultante. Primero al despavorido Pedro Sánchez (que cayó a sus pies como un pelele); después a un atribulado y desconocido Albert Rivera (candoroso y difuso como nunca) y durante todo el debate a Pablo Iglesias, empeñado en ir contra Sánchez sin darse cuenta de que sus bases cuando crepitan de verdad es contra el PP de Aznar y la guerra de Irak. Soraya, que iba en calidad de Mariano y era la ‘no-candidata’ en el debate de candidatos, obró con magnífica heterodoxia para triturar sin demasiada literatura a los tres paladines del cambio: al alto desnortando; al bello confundido y a la coleta empecinada. Aznar puso a Mariano y Mariano pondrá a Soraya para cerrar el círculo de los que dicen que Soraya es igual que Mariano. Se equivocan. Soraya es la depuración más sobresaliente del marianismo; tanto es así que cuando sea inquilina de la Moncloa nadie recordará aquel debate al que asistió como falsa moneda ni que un día Pedro Sánchez se convirtió en el peor candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja