IZAS, RABIZAS Y COLIPOTERRAS
Ser español es abrir la ventana y contemplar cómo habla la gente, cómo anda, cómo come y hasta cómo respira. Y todo eso sin darse importancia. Ser español es escribir en una pizarra y poner: «Éste es mi tuiter, apúntalo»; decir que se sabe de vinos (y beber gintonics); jugar mejor al fútbol que Cruyff y explicar que se pronuncia «croiff» con dos efes, y que le metió cinco al Madrid en una tele de blanco y negro cuando vivía el Generalísimo y Pujol escribía de las perniciosas costumbres andaluzas tales como la siesta: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (...) De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España». Esta bazofia la redactó ‘Ubú president’ en 1976 cuando comenzó su asalto al ‘Govern’ antes de traicionar a Tarradellas, barruntar su actual fortuna y hacer de su patria un sayo a la carpetovetónica manera del hijo de un financiero que medró al cobijo de la peor economía de la España Nacional. Qué duda cabe que ser español es también ser catalán, fino como Jaume Sisa y listo como el hambre que nunca pasó Josep Pla. Hay catalanes señoritos como los de Jerez y se apellidan Sumarroca y veranean una semana en el Empordá y el resto se toman un descanso lejos del país y del ‘negoci’, puesto que es buena costumbre del hombre civilizado asomarse a otros puntos del planeta para ponerse un poco en el lugar del otro (ricacho). Ser español en Cataluña también es lanzarle una sandalia a Rato y escuchar arrobado a Pujol; cortejar a Mas y decir que no son catalanes buenos ni los del PP ni los de Ciudadanos. España es tridimensional, del Barça los domingos y del Jaén si juega la copa de «vuestro Rey». Ser español es asomarse a la ventana y echar de menos aquellas izas, rabizas y colipoterras retratadas por Joan Colom en el barrio Chino de Barcelona. ¿Dónde estarán? # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja