EL CULO ENVUELTO
No somos nada. Bueno, usted querido lector sí lo es (por sí las moscas). El caso es que tras leer en un periódico sobre el encuentro amoroso que mantienen Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa que la «madre de Enrique Iglesias se envuelve con un famoso escritor», yo ya no puedo esperar mucho más que ese tuitero que logra miles de retuits al retratarse por medio planeta con señores que sentados enseñan el culo. El elemento de los ‘selfies-panderos’ se llama Richmond Crackstyle y allí donde la gaja se desgaja aparece con su cámara y se autorretrata. Hay culos de todas las latitudes, culos sin fronteras, aguerridos culos a cuerpos sebosos como el del propio Richmond, que es una especie de Mulá Omar pero sin burro ni turbante, un remedo de Paquirrín con pelo y barbudo que cada foto que perpetra obtiene millones de seguidores, como una especie de flautista de Hamelin de la nada misma, del absurdo más vacío, de la respuesta más vana que uno se pueda imaginar a cualquier cosa. Así estamos todos, como envueltos en el envoltorio de la madre de Enrique Iglesias (pobre Julio) y el famoso escritor, que vaya usted a saber quién creen que pueda ser. Alguno pensará que William Shakespeare, otros que Julio Verne y los más avezados seguramente creerán que la inmortal filipina se ha ‘envuelto’ (me encanta este participio) con Pío Moa o con Paulo Coelho. El caso es que el culo como objeto de culto nunca había caído más bajo. Un buen culo es algo espléndido y cuando digo bueno no me refiero acaso a lo que las mentes más calenturientas pudieran imaginar. El culo es símbolo de dignidad, de desparpajo incluso, y referirse a él siempre ha sido un reto para cualquier buen escritor. Por eso me callo y me voy con mi culo a otra parte donde no se me aparezca ni la madre de Enrique Iglesias ni Richmond Crackstyle con su cámara de fotos. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja