SÍ A NOA
He leído con estupor que una organización denominada ‘Movimiento BDS’ ha convocado para hoy un acto frente a las puertas del Teatro Bretón con el fin de que la dirección del mismo retire del cartel la actuación de la artista israelí Noa, que está prevista para el próximo 23 de mayo. La razón esgrimida es que Noa «es la cara amable de un país que practica una política criminal». Naturalmente, no tengo la menor duda de que el Teatro Bretón y su director Jorge Quirante mantendrán a la cantante en el cartel por mucha presión que semejante plataforma ejerza tanto a las puertas del auditorio como en internet y en las redes sociales. La animadversión hacia Noa viene de largo por unas declaraciones sobre Hamás y desde ese momento, a su condición de israelí y de judía (no lo olvidemos), se sumó la de instrumento de un Estado al que se acusa de terrorista obviando –interesadamente, claro está– que en realidad es la única Democracia de aquella zona a pesar de vivir en una continua guerra desde su fundación. Pero este tema, complejo como pocos, es demasiado amplio para tratarlo aquí y nadie a estas alturas de la historia es inocente de nada. Pero lo que está claro que este tipo de boicots son en esencia ejercicios de fascismo; es decir, de tratar de imponer a los demás lo que unos creen por encima de cualesquier consideración. Navegando por la web del ‘Movimiento BDS’ queda meridianamente claro por dónde discurren sus intenciones y el antisemitismo que vertebra un discurso falsamente ‘tercermundista’. Noa debe actuar en Logroño o donde la contraten sí o sí. El asunto me parece tan estrafalario como predemocrático. Se trata de la libertad, del derecho de cada uno a expresar lo que piense o lo que siente; y más aún, de la responsabilidad de un programador de contratar a un artista por su talento, no por dónde haya nacido. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja