COMIENZA EL HUNDIMIENTO
El domingo fui a votar. Como tantos ciudadanos, repleto de dudas, con un marasmo en la cabeza de esperanzas y decepciones, de mentiras mil veces repetidas y con una sensación de incredulidad desbordante. Los mensajes de esta campaña han aparecido soterrados, como si los distintos partidos políticos quisieran utilizar una sordina mediática para esconder sus miserias de la vista de los ciudadanos. Cada vez huelen peor esos pactos de antes, durante y después de los debates para no tratar en las televisiones los aspectos más dolorosos de la trayectoria de cada uno: yo no hablo de los ERE a cambio tú no dices nada de Bárcenas; es un suponer, porque es tal el número de corruptelas que a estas alturas comienzo a perderme el rastro de quién ha afanado más. Pero ellos (es decir, todos) se callan, pasan página y mantienen un discurso estéril, predecible y absolutamente falto de la más mínima credibilidad. El resultado ahí está: hundimiento catastrófico de las dos primeras marcas electorales. Es terrible comprobar cómo el PP y el PSOE, o lo que queda de ellos, han pasado a convertirse en dos fuerzas irrelevantes en las dos regiones más ricas de España: País Vasco y Cataluña, donde los procesos soberanistas tienen un ritmo imparable que puede llevar en un periodo muy corto de tiempo a la disolución por parálisis de este país (que decían los progres). En éstas ha surgido ‘Podemos’, una fuerza política en el que su logo es el retrato de un personaje nacido de las tertulias de determinadas televisiones con una especie de mensaje entre antisistema y subversivo repleto de demagogia que ha sido capaz de arrebatar a Izquierda Unida el voto que iba más allá del PSOE. Se equivocan si se trata a ‘Podemos’ como una anécdota. La mecha arde, y mientras tanto, Mariano sigue en la economía y Rubalcaba dice que se irá, aunque yo no me los creo. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja