¿A QUÉ ESPERAN?, ¿A QUÉ ESPERAMOS?

A veces tengo la sensación de que nuestra clase política vive en un planeta tan alejado de la realidad que se hace imposible asimilar la distancia que existe entre los adoquines de las calles y las moquetas de los parlamentos o los palacios gubernamentales. Y esta semana es pródiga en ejemplos. Vayamos con el primero: me siento incapaz y frustrado por no comprender el galimatías de las obras de la sede del PP, de los pagos fraccionados, del precio real del proyecto, de las declaraciones al juez Ruz y de las derivadas que tiene el hecho de la falta de transparencia de los partidos políticos en casi todas sus actividades, especialmente en dos que resultan claves: la organización interna y la financiación. Me gustaría que Carlos Cuevas o Pedro Sanz convocaran una rueda de prensa -abierta a las preguntas de los periodistas- y explicaran hasta el último detalle este asunto tan lamentable para el partido del Gobierno. Segundo ejemplo: las esculturitas desaparecidas y la batalla política interminable entre los que acusan y los acusados. Es terrible para un ciudadano vulgar como yo empezar a no distinguir a los unos de los otros y ver al fondo de cada comparecencia pública un manojo de incongruencias y de diatribas que acaban siempre en el ‘tú más’ arrojado como exclusivo argumento. No tengo ni idea si Bárcenas les dio la pasta a los populares riojanos para edificar su nueva sede, si el arquitecto elaborador cobró poco y fue retribuido después en sustanciosas especies, si las esculturas han terminado en Aquisgrán o en Crimea. Vaya usted a saber, pero necesitamos explicaciones porque la confianza hace tiempo que se ha perdido entre los pliegues de esas moquetas que hay que levantar, airear e incluso cambiar por otras si es preciso. ¿A qué esperan?, ¿a qué esperamos? # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja