¿IGUALES ANTE LA LEY?

Dudo mucho que me equivoque digo que estamos todos un poco hasta las narices de la cuestión de la Infanta, de su ‘talonmánico’ marido, del juez, del fiscal, de los abogados defensores y de esa cosa que se ha dado en llamar paseíllo que tiene que realizar la hija del Rey cuando vaya a declarar como imputada en el caso Noos. La Casa Real y sus estrategias de dilación de este asunto no han hecho otra cosa que emponzoñar todavía más esta especie de soberano naufragio en el que anda la corona española desde que empezaron a recaer las primeras sombras de sospecha con las andanzas del balonmanista y su forma, digamos peculiar, de hacer negocios. Han aparecido toda suerte de correos electrónicos (por cierto, muchos de ellos de dudoso gusto por no decir otra cosa), gastos elefantiásicos en fiestas, viajes, hoteles, restaurantes; comisiones insoportables, eventos fantasmagóricos financiados a cuerpo de rey por una serie de administraciones autonómicas subidas a la ola de la burbuja inmobiliaria sin importar lo más mínimo a sus responsables que la pasta que se llevaba Urdanga salía del bolsillo de todos los españoles. Ahora vienen con el paseíllo ridículo, con un fiscal que ve motivos conspiranoicos en el juez instructor y con una defensa bicéfala de la Infanta que un día dice una cosa y al siguiente lo contrario. Me parece un insulto a la inteligencia y a la ciudadanía que diga la defensa que la declaración de Cristina de Borbón será voluntaria y que el fiscal asegure que hay «facturas simuladas» pero que, pese a ello, pueden considerarse «deducibles». Cristina de Borbón debe comparecer ante el juez como cualquier otro ciudadano, me da igual que vaya en calesa, en yate, a hombros de su marido o teletransportándose como el doctor Spock. Y si tiene que hacer el paseíllo, que lo haga. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.