¿POR QUÉ LO HACEMOS TAN MAL?
Un determinado pero amplio sector de la progresía ha celebrado la polémica resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la que se está derogando de facto la ‘doctrina Parot’ con la excarcelación de la asesina Inés del Río (hecho repetido 24 veces se ponga como se ponga el fiscal Juan Calparsoro): «La ley es la ley y hay que cumplirla», dicen. Curiosamente este variopinto sector de la izquierda, ahormado por el nacionalismo ambiguo, calla clamorosamente cuando la ley no se cumple en un sentido que siempre coincide con sus intereses. Por ejemplo, las repetidas sentencias que en Cataluña obligan a la Generalitat a que un niño pueda estudiar en español en aquella parte de España si sus padres lo consideran conveniente mientras los diferentes gobiernos pasan directamente de obedecer a los tribunales. Pero no lo es lo mismo, no tiene la misma venta mediática situarse en ese equilibrio moral tan escuálido y decir, como muchos han dicho estos días, que determinadas víctimas del terrorismo representan los sectores más ultras de la ultramontana derecha española. Miren, me dan tanto respeto las víctimas que la utilización política que se hace de ellas es uno de los mayores atentados a la dignidad de nuestra Democracia, venga ésta de donde venga porque todos los partidos tienen mucho que callar. Conviene recordar cada instante que fueron asesinados por nuestra libertad y eso son palabras mayores. En España somos únicos para lanzarnos piedras y guillotinas sobre nuestras cabezas. No tenemos remedio y caminamos cada día a más velocidad hacia nuestra disolución. Saben, cuando vi la foto de Consuelo Ordóñez con una pancarta que ponía «Gobiernos del PP-PSOE, responsables de la impunidad de ETA», no pude hacer otra cosa que llorar al pensar cómo somos capaces de hacer tantas cosas tan mal. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.