MARIANO ES HIJO DEL AZNARISMO
Mariano Rajoy hace tiempo que no está; a veces incluso me pregunto si en realidad queda algo de él o es que siempre ha sido así de inane. Rajoy se ha convertido en el perfecto Don Tancredo de la política española, un tipo huidizo que deja que cuestiones trascendentales se pudran sin desmayo porque él está en la economía. Nada que no tenga que ver con la economía le preocupa, da igual que Cataluña esté a punto de la secesión o que Bolinaga siga un año después en estado terminal trasegando chiquitos por Mondragón, porque él sigue en la encrucijada económica. Es más, parece que le trae al pairo el hundimiento en las encuestas de su partido, que en el País Vasco y Cataluña se convierta el PP en una fuerza apenas residual porque es mejor defender la Alianza de Civilizaciones en Nueva York, atacar sin descaso a Rosa Díez o como hizo María Dolores de Cospedal, darle hasta en el carnet de identidad a Albert Rivera. Eso sí, de Mas no dice nada, de las sentencias del Tribunal Supremo que no se cumplen en Cataluña, tampoco. Quizás es que a estas alturas Mariano lo dé todo por perdido porque en caso contrario no se puede entender la rendición a CiU de Alicia Sánchez Camacho o ese Montoro desafiante, que aseguró ayer en el Congreso que la ruptura de España no es ninguna prioridad para su gobierno mientras que el que llaman moderado Durán i Lleida le amenazaba a la cara con una declaración unilateral de independencia. El otro día, un señor que llevaba bigote y que ahora se adivina apenas una sombra sobre los labios, le pidió en San Sebastián a Mariano poner fin al «desfalco de soberanía nacional» que se está llevando a cabo por parte del nacionalismo. Ahora recuerdo que aquel señor del bigote transparente puso a Mariano allí con su dedazo, el mismo dedo que atusaba el pelo cuando mascullaba en familia el catalán. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja