¡MAÑANA TOREA MORANTE!

Mañana torea Morante en Logroño. Y es que tengo la rara sensación de que hoy no es ni jueves ni que la Feria Taurina de San Mateo esté a punto de comenzar. Torea el de la Puebla, el sacerdote máximo del rito (único, se diría) hasta que José Tomás dé señales de vida y le explique al Oráculo qué piensa hacer, si torear a las olas del mar o resucitar el capote alado de Nimes y volver a la tierra de la que nunca debió partir. Me imagino a José Tomás ocioso, lector, paseando quizás con una perrilla zangalotina cerca de la playa y hasta comiéndose un polo. Me lo imagino en su soledad sonora y hasta puede que venga mañana a Logroño a ver a Morante como a ha hecho en alguna otra ocasión. Que a nadie le quepa la más mínima duda de que Morante son palabras mayores de torería, artista infinito al que las yemas parecen dolerle cuando toma el capote para deshacerse de tanta lentitud y consagrase al hecho imposible de parar el tiempo. Morante explica la utopía porque lo para, lo detiene en una especie de abstracción del espacio con una elegancia y una ausencia a su vez de cualquier barroquismo que cuando le veo torear me pregunto si alguien antes de él ha sido capaz de hacerlo como él lo hace. Y no me da rubor explicar lo que siento porque creo firmemente que Morante es capaz de resumir en una verónica toda la evolución de la historia del toreo con la misma intensidad que Las Meninas recogen todas las épocas de la pintura. Apenas queda tiempo para hacerse a la idea de que vuelve a La Ribera a pesar de que muchos cenizos estaban empeñados en que no iba a venir, que no iba llegar, que era más una declaración de intenciones que un anuncio. Pues bien, ahí lo tienen. Permítanme dos consejos: sepan esperarle y si pueden vayan a verle. De lo demás no ni me puedo responsabilizar ni vengan a pedirme cuentas. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.