EL RUEDO IBÉRICO
La delegada se fue a hacer pipí y cuando regresó parsimoniosa a su burladero del callejón, el toro ‘Cantinillo’, un buen mozo de doña Dolores Aguirre, saltó la barrera y paseó su imponente arboladura persiguiendo de lejos, muy de lejos, a la excelentísima y despavorida Carmen Alba. A la buena señora se le debió de venir el mundo encima; digo yo que como a Mariano Rajoy con Bárcenas desde el trullo y con su heraldo periodístico de aquellas cuatro interminables horas. El ex-tesorero se ha transfigurado en toro y persigue a un presidente que busca su refugio en el callejón del plasma y del silencio, mientras en la plaza, más que nunca convertida en Ruedo Ibérico, el personal asiste atónito a este soberano galimatías de sueldos, sobresueldos, favores debidos, querellas y denuncias. Carmen Alba, que no estaba donde le obligaba el reglamento a estar, sino que estaba donde por merced le apetecía estar (era el sexto de la tarde y la presión debía de ser a esas alturas insoportable) ha pedido perdón y ha dicho que si hay que pagar, se paga. Y es que mientras los toros propinan cornadas; Bárcenas repartía sobres y favores (con ambos pitones indiscriminadamente). ‘Cantinillo’ se quedó en el amago, mas el sucesor de Lapuerta no; éste cornea en la femoral del partido del Gobierno. El tipo se ha hecho rico hasta extremos insoportables, como tantos; y según su torva contabilidad, ha ‘untado’ al núcleo duro del PP de José María Aznar, que permanece bigotudamente en silencio, como su sucesor a título de presidente, mientras Cospedal, una advenediza de aquellos años, amplía su querella y es la única que sale al ruedo. Me quedo con ‘Cantinillo’ y ese encierro tan particular que se montó con doña Carmen Alba, la delegada fuera de sitio que por un momento pensó que la perseguíamos todos los españoles. ¡A mí no!, creo que dijo. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja