¡AY CARMONA!

Antonio Miguel Carmona es uno de los muchos políticos que aparecen en las tertulias de la televisión; de aspecto moderado, de tono conciliador; incluso se adivina en él un brillo de inteligencia natural tamizado a su vez por una buena expresión y un saber decir las cosas que le han ayudado a convertirse en una voz amable y equilibrada en un navío como es el del PSOE, que se embarranca en el día a día hasta encallarse en unas encuestas sencillamente tremebundas para sus intereses. Pero Antonio Miguel Carmona acaba de destapar en Youtube su verdadero yo, ése yo íntimo y personal de cada uno de los políticos y que se corresponde con inquietante parecido a la dictadura de los comités ejecutivos. Van a la tele como zombis, no van a intercambiar ideas, a defender principios, a luchar por sus ideales. No. Van a leer los WhatsApps teledirigidos de su jefe (en este caso de Pepe Griñán sobre el millonario escándalo de los ERE de Andalucía), a recitar la consigna como un mantra, a convencernos, por ejemplo, de que el sol que sale cada mañana en realidad es la Luna, que Júpiter es una estrella fugaz y que Cristóbal Colón es el nuevo delantero del Real Unión de Irún. Todo esto, obviamente, si se lo manda el amado jefe aunque el político retuiteador no tenga ni pajolera idea de lo que habla ni de lo que defiende. Es el soviet de la moderna comunicación partidista, ir colocando en cada programa un lector de WhatsApp para que suelte el rollo, para sermonearnos. Pero lo más grande de todo este lamentable asunto ha sido el tuit de Griñán: «En mi vida he enviado un WhatsApp a Carmona. No tengo su teléfono», ha dicho Pepe, el mismo Pepe que se encarga de que en las teles y radios públicas de Andalucía el escandaloso asunto de los ERE se le denomine como el caso Alaya. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja