Y BOLINAGA EN MONDRAGÓN
La verdad que no sé a quién se le va más la olla, si a los inefables eurodiputados españoles que vergonzosamente han pedido protección a la Comisión Europea ante las «intolerables invocaciones a las Fuerzas Armadas y su posible intervención al hilo de la situación en Cataluña», o a Mariló Montero, la pomposamente bella presentadora de la tele que a fuerza de ponerse trascendental ha dicho esa cosa del alma, la ciencia y los trasplantes que no acabo muy bien de entender porque ni soy San Agustín, ni doctor de la Iglesia y ni tan siquiera veo el programa Redes. Eso sí, sé muy bien que tanto a la señora Badía (la del eurochollo de la cámara europea) como al telebombón de Estella (la mismísIma), sus latisueldos salen exactamente de nuestros impuestos en una especie de sinsentido tan lamentable como los cartones apoyados en la calle Pío XII, donde estos días duermen un buen número de seres humanos a la intemperie. La señora Mariló, tan campanuda ella, y la señora Badía, tan enjuta, apenas son dos ejemplos de la cosa pública enloquecida que hemos creado a base de inflar el perro hasta límites extraordinarios. A veces me pregunto si sirve para algo todo el edificio institucional que hemos levantado hasta convertirlo en una carísima torre de Babel repleta a su vez de infinitas torres de marfil donde vive esa legión inacabable de recibidores profesionales de sueldos públicos. Cobran a destajo y a destajo roban unos (aquí ya no se salva casi nadie) y a destajo se ríen de todos nosotros en un interludio interminable de trampantojos para vivir ‘by the face’ y sin dar un palo al agua. Las costuras andan descosidas en este país vencido por sus costados, roto por casi todos sus flancos, rendido al aroma de la pasta fácil y con Bolinaga paseando tan ricamente por Mondragón. # Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.